SOBRE EL HUMOR.



Recuerdo que en cierta ocasión un amigo se resbaló al bajar de un autobús. La caída fue bastante espectacular porque fue cayendo sentado, de escalón en escalón, hasta aterrizar aparatosamente de culo en la acera. Una mujer que pasaba por allí se le acercó a prestar ayuda, y le preguntó: “¡Dios mío! ¿Se cayó?”. Mi amigo, que no le falta sentido del humor, respondió en tono parco: “No señora, es una vieja costumbre de familia”. Este comentario dio pie para que todos aquellos que tenían la risa contenida por lo grotesco del incidente soltaran la carcajada y la algarabía fue total. Buen humor: disposición a reírse de sí mismo, pero además provocar la risotada e involucrar a los demás en la ocurrencia. Por eso el arte de bromear sanamente es una virtud social.

El buen humor posee la curiosa capacidad de juntar los polos opuestos en una dimensión paradójica inesperada y producir una sensación de soltura y relajamiento.
Tres ejemplos:

Montaigne: “Mi vida ha estado repleta de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron”.

Óscar Wilde y un diálogo de la obra, Un marido ideal: ”/Cosa extraordinaria la que sucede con las clases bajas en Inglaterra. A cada rato se les muere algún pariente/ ¡Sí, mi lord! A ese respecto son extremadamente afortunados.”

Groucho Marx: "Partiendo de la nada hemos alcanzado las más altas cotas de miseria”.

La irreverencia del doble sentido... ¿Habrá algo más subversivo que el humor bien manejado? Alguien decía que la vida es muy importante para tomársela en serio. Si todavía no hemos sido víctima del endiosamiento, deberíamos aprender a tomarnos el pelo a nosotros mismos de tanto en tanto, como un ejercicio de sincera modestia y frescura.

Párrafos de W. Riso, Psicólogo Clínico, Especialista en terapia cognitiva, Magister en bíoética, escritor.

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