PENA DE MUERTE.

(B)

“París, 16 de octubre de 1793, avanza lentamente una vieja carreta arrastrada por un caballo entre la multitud reunida. Todos miran al personaje que viene en ella; unos con curiosidad, otros con odio, abuchean, insultan y maldicen. Sin inmutarse, aquella dama permanece en silencio y con tal tranquilidad que provoca más furia entre la masa, que es controlada por los soldados. Atravesando el gentío, se dirige hacia la nueva Plaza de la Revolución, ex plaza Luis XV, antes de empezar la tumultuosa revolución francesa.

Aquella dama es nada más y nada menos que la Reina de Francia, o eso fue hasta que se convirtiera solamente en la viuda Capeto en enero del mismo año. Su nombre es María Antonieta Josefa Juana de Habsburgo Lorena, decimoquinta hija del Emperador Francisco José y de María Teresa de Austria, Reina de Austria, Hungría y Bohemia. Descendiente de Emperadores, Reyes, Archiduques. Está ahora dirigiéndose al cadalso donde terminará su vida.
El morbo se apodera del populacho, alrededor de diez mil personas se han reunido y quieren ver rodar ya la cabeza de la loba austriaca, como ellos la llaman vulgarmente. Lleva las manos atadas con una áspera cuerda que le lastima.
La muchedumbre al ver que lleva atadas las manos con una larga cuerda que al final tiene empuñada su verdugo queda impresionada por semejante humillación.

“Aquí tenéis a la infame Antoinette”.

En la esquina de la calle Saint–Honore, esperaba un hombre ansioso, lleva papel y lápiz, es Luis David Jacques quién hace un patético boceto del semblante de la reina rumbo al cadalso.
Desde muy temprano se ha reunido medio París, se venden panfletos, caricaturas, periódicos, algo para comer o beber.
En medio de todos se encuentra la guillotina recién afilada para su sangriento propósito, más allá sobre un pedestal se encuentra la estatua de la libertad, como testigo del evento, fría y con la mirada perdida, está coronada con el gorro frigio, ocupando el lugar donde alguna vez estuvo la estatua de Luis XV.
Comienzan a impacientarse hasta que hace su ingreso a la plaza la carreta del verdugo, que tiene como cortejo a un grupo de soldados que los anteceden. En el silencio se escuchan los pasos del caballo y el rechinar de las viejas ruedas. La pálida mujer tiene la mirada fija pero a la vez no mira a nadie.
La carreta llega hacia el patíbulo y se detiene. Marie Antoinette desciende de la carreta y el verdugo sostiene con fuerza la larga cuerda, como si fuera a escapar su débil víctima. Tranquila y sin ayuda sube las escaleras del patíbulo con aquel característico paso alado, con sus zapatos negros de tacón alto de satén, como si estuviera subiendo las escaleras de mármol de Versalles.
Llega y mira hacia el cielo, el verdugo la empuja hacia el tablero, colocan su cuello bajo el filo de la navaja. Cae estrepitosamente, con un sonido ensordecedor. En menos de unos minutos el espectáculo se ha consumado.
Sansón alza su brazo y sostiene de los cabellos la cabeza de Marie Antoinette que se desangra enseñándola hacia los cuatro lados de la plaza, el silencio se transforma en un salvaje grito: “!VIVA LA REPUBLICA!” ¡VIVAAAAAAA!
A todo esto ya es mediodía, la gente abandona la plaza: es hora del almuerzo. Saben que el mismo espectáculo se repetirá toda la semana pero con otros personajes.
El cuerpo es colocado en una carreta con la cabeza entre las piernas.”

Sin duda alguna, la pena de muerte es la sanción más grave y antigua de la historia. Seguramente por ello, es la que ha producido, y sigue haciéndolo en la actualidad, un mayor debate o discusión. Este carácter de conflictivo, es debido, también, a que dicha sanción, conlleva un modo de ver la sociedad y, en particular al individuo, en especial el sujeto delincuente. Así, en el debate, se ven implicadas muchas disciplinas, etiquetadas bajo el nombre de Ciencias sociales, que van des de la sociología a la criminología, pasando por la política, la filosofía y el derecho entre otras. También es evidente, que la religión, a pesar de no ser una de estas disciplinas, también se ve implicada, puesto también da una visión del mundo y de las personas.

La pena capital fue rechazada por la iglesia hasta el siglo XI. Es en el siglo XVIII cuando la humanidad empieza a plantearse si dicha pena cumple una utilidad dentro de la sociedad. La pena de muerte empieza a imponerse con mayor frecuencia y de forma más cruel y despiadada, llegando incluso a aplicarse en algunos lugares de Alemania, con el único fin de que no prescribiera.
A mediados del siglo XVIII se inicia una controversia sobre la pena capital que perdurará hasta la actualidad. Abolicionistas y antiabolicionistas podemos encontrar tanto entre positivistas, entre partidarios de una dirección intermedia y entre técnico-jurídicos.
Defensores de la pena capital han sido Rousseau, Balmes, Garofalo, Alfonso de Castro, Lombroso, etc... Veamos lo que describía Rousseau en su obra el Contrato Social: "Todo malhechor, , atacando el derecho social, conviértese en rebelde y traidor a la patria (...) La conservación del Estado es entonces incompatible con la suya; es preciso que uno de los dos perezca".
Entre los partidarios de la abolición de la pena de muerte encontramos a Voltaire, Unamuno y Pellegrino Rossi entre otros. Éste último distingue entre el presente y futuro, afirmando que la pena capital cumplía una función positiva en una época determinada, teniendo que ser abolida cuando dejase de cumplir dicha función. Pero el más destacado fue Cesare de Beccaria, que en su obra De los Delitos y las Penas profesa la inutilidad de la pena capital, y por tanto, al ser inútil, aboga por su desaparición.
En mayo de 1974 los profesores numerarios españoles de Derecho Penal, solicitan la abolición de la pena de muerte, siendo en la actualidad la postura prevalente entre los especialistas del tema.
La pena de muerte fue aplicada en el mundo oriental, en el griego, en el romano y, a pesar de los sentimentalismos del cristianismo primitivo, en las instituciones jurídicas de la Iglesia imperial, de la bárbara, de la feudal y de la Inquisición, afianzándose vigorosamente en los estatutos y en las leyes de la Edad Media y particularmente durante los siglos XVI, XVII y XVIII.
Cabe citar que algunos pueblos antiguos no conocieron la pena de muerte u otorgaron a la misma un lugar extremadamente modesto en el catálogo punitivo.
Existen argumentos que postulan que "la pena de muerte tiene efectos disuasorios contra la delincuencia y protege a la sociedad" o sostienen que "la población tiende menos a cometer delitos si sabe que el castigo que le espera es la ejecución".

No obstante, estudios empíricos realizados en los Estados Unidos y Canadá no avalaron nunca estas teorías ni lograron demostrar fehacientemente que el castigo formal por parte del Estado represente una medida efectiva para combatir el delito.
Estados Unidos se ubica cerca de gobiernos represivos, similares a los instaurados en China, Irán y Arabia Saudita, pese a alzarse en el mundo como una democracia madura.
La paradoja se genera al advertir que el país del norte rompe de alguna manera con el régimen político que defiende a ultranza al concentrar elevados índices de ejecuciones per cápita. Las estadísticas que circulan actualmente así lo confirman: Estados Unidos figura entre los cinco países que más aplican la pena de muerte, aunque sin encabezar la lista.

Otra de las aristas que más cuestionamientos suscita el método es la comparación, casi inevitable, que surge entre la ejecución llevada a cabo por el Estado y el crimen perpetrado por parte de quien es condenado a morir.

Al respecto, los especialistas consultados pusieron en relieve la actitud fría y calculadora con la que opera muchas veces el Estado, sin importar los motivos que llevaron al acusado a comportarse de esa forma y no de otra.

"La pena de muerte es más fuerte que el homicidio en sí, porque el Estado es quien termina haciendo lo mismo que el acusado, lo que resulta mucho peor", destacaron algunos juristas.
También coincidieron en que no hay que olvidarse que la medida implica un proceso irreversible, además de representar el más severo de los castigos conocidos y quitar toda posibilidad de redención al condenado que comete un crimen.

Cifras alarmantes registradas en 2007
Unas 1252 personas fueron ejecutadas en 24 países
Al menos 3347 personas fueron condenadas a muerte en 51 países
Cerca de 59 aplican la pena capital en el mundo
Aproximadamente 138 abolieron la pena de muerte en su legislación o en la práctica.

Una polémica interminable: prisión o pena de muerte? La pena es castigo o protección a la sociedad? Las cárceles, recuperan? Y por supuesto, entran a jugar los costos económicos ocasionados en el mantenimiento de los presos…

Fuentes:
http://www.ub.edu/penal/historia/trs/pdem1.html#_Toc483490785
http://www.lanacion.com.ar/1109765-cuestionan-que-la-pena-de-muerte-sea-disuasiva-para-combatir-el-delito
http://www.es.amnesty.org/temas/pena-de-muerte/
//www.es.amnesty.org/temas/pena-de-muerte/
http://marie-antoinette.jimdo.com/introducción/

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