LAGO LACAR

(B) Una joyas lacustre de la cordillera de los Andes del Sur…

El Lácar es un lago ubicado en el departamento Lácar de la provincia del Neuquén, Argentina.
Tiene forma alargada, en clara dirección este a oeste. Como la mayoría de los lagos patagónicos, es de origen glaciar. Se encuentra en un profundo valle de la Cordillera de los Andes, cuya parte no inundada al este se denomina Vega de Maipú, donde se halla la ciudad costera de San Martín de los Andes que fue fundada el 4 de febrero de 1898, con el fin de asegurar la soberanía nacional en la región.

Dedicada en un principio a la industria maderera, pronto cambia su economía hacia el desarrollo turístico, al crearse el Parque Nacional Lanín en 1937. Cerca, a unos minutos, está el Cerro Chapelco, centro de esquí de la región.
Mide unos 25 km de largo por un promedio de 3 km de ancho, su máxima profundidad es de 277 m frente al Cerro Abanico.
El lago presenta algunas islas, como la Isla Santa Teresita, Isla de Los Patos y la conocida Islita frente a la playa de Trompul.

Todo el sector oeste de la margen sur es reserva estricta, es decir un sector de acceso prohibido, custodiado por Parques Nacionales de Argentina para conservación de su ambiente natural, caracterizado por el bosque andino patagónico y la selva valdiviana.

Según cuenta la leyenda, un malvado Rey Inca, dominaba estas tierras hace miles de años, donde se encontraba Kara Mahida, que significa: ciudad de la montaña. La gente moría victima de los caprichos de su dictador, a quien no le faltaba talento, para inventar excusas que justificaran los sacrificios.
Al ver tanta maldad en la tierra, Dios mandó a su hijo disfrazado de mendigo, el cual intentó hablar con el Rey pidiéndole ayuda para salvarse de su supuesta miseria. El Rey no supo ver su propia última oportunidad y condenó a muerte al mendigo.
El hijo de Dios nunca fue aprendido pues se convirtió en río atravesando la ciudad, llevándose muchas cosas a su paso y entre ellas ahogando al mismo hijo del Rey Inca. Las Machis (mujeres sabias mapuches) intentaron calmar al señor con sus prohibidas practicas, pero esto sólo provocó aumentar la ira del Rey que mando a matar a las Machis y al resto de la población destruyendo además sus elementos más sagrados, entre ellos el árbol sagrado, El Canelo.
Cortar el árbol, termino finalmente con la paciencia de Dios, quien con lluvias interminables ahogó la ciudad sobre la que hoy se encuentra el Lago Lácar (en mapuche: ciudad sumergida)
Sin embargo, el Rey sigue vivo, lo que provoca pánico en el resto de los seres del lago los días de lluvia, Las sirenas bajan al fondo del lago, los Duendes, Hadas y Hobbits, suben a los cerros y los humanos y animales se alejan del lago.
Pues con las lluvias aparece el Rey flotando en el lago, sentado en un tronco y buscando matar a todo ser vivo que encuentre.

El Lácar está rodeado de montañas de laderas escarpadas que caen al lago, lo cercan y enmarcan.
Es el único de los lagos de la zona que desagua hacia el Pacífico, por el río Hua Hum, que nace en el lago Nonthué. Por el Paso Hua Hum se puede cruzar a Chile.
Las aguas del lago son producto del deshielo que cada año comienza en setiembre.

El lago Lácar es azul, gris, verde. El color de la superficie depende de lo que refleje el instante: el cielo, las nubes, los bosques de las laderas que caen a las aguas.

Como cada lago, el Lácar tiene una personalidad propia. Intimista en sus bahías rodeadas de arrayanes, robles pellín y coihues. Fuerte en su sector medio en donde a veces el viento levanta un fuerte oleaje. Es el lago más cálido de la zona debido al tiempo en el que el agua reside en la cuenca expuesta a la radiación solar, y a la relativamente baja altitud: seiscientos cuarenta y dos metros sobre el nivel del mar. En los veranos la temperatura del agua alcanza los diecinueve grados, y en algunas bahías y caletas, llega a los veintiún grados.
En las profundidades de sus aguas transparentes encontramos atractivos magníficos a diferente profundidad: paredes de roca, bajofondos, islas, fondos rocosos, naufragios y gran diversidad de especies de flora y de fauna para disfrutar.
Resulta deslumbrante, y más aún entre rocas brillantes, misteriosos escoriales volcánicos, praderas subacuáticas, cristales de cuarzo, añejos troncos sumergidos, o el destello de luces de las crías de las truchas sorprendidas por nuestra presencia.
La transparencia del agua es extraordinaria y la luz se difunde de una manera particularísima. Es una inmersión en el asombro.

Les cuento que he vivido en este lugar hace algunos años. Fue una de esas experiencias laborales que uno emprende cuando es muy joven. Mi esposo trabajaba forestando ese bosque de lengas que ven en el video y yo alfabetizaba siete niños mapuches.. Vivíamos en una cabaña de troncos, en un claro del bosque, a unos pasos del puente colgante que se observa en las imágenes. En esa época, las comunicaciones eran escasas en la zona. Sólo habia una radio en una cabaña a dos km, propiedad de un guardaparques. El agua que tomábamos era la del lago pues es absolutamente potable: tri destilada.

De mayo a septiembre la nieve cubre todo…todo literalmente hablando. La cabaña quedaba enterrada hasta el techo! Así es que nos íbamos tres meses a la ciudad. Los nativos montañeses se alimentan de piñones y jabalíes. Como el único acceso al lugar es por ese puentecito de troncos y nosotros no teníamos camioneta, una vez por semana, un helicóptero de Gendarmería nacional nos arrojaba en un claro del bosque un paquete con alimentos.

Los martes pasaba un lanchón que paseaba turistas por el lago y si levántabamos una bandera roja, el capitán se detenía y nos llevaba a San Martín de los Andes. Allí íbamos al médico, hablábamos por teléfono con la familia y comprábamos todo lo necesario para vivir. Pero resulta que el lanchón nos devolvía recién el jueves…entonces debíamos quedarnos dos días. Así es que no podíamos ir todas las semanas.
En primavera es un paraíso: narcisos, junquillos y frutillas silvestres por todos lados…ni hablar de la variedad de pájaros.
De hecho, no era fácil la vida. Todos los días debíamos hachar muchos pinos (el guardaparques trazaba una cruz en los pinos secos) porque la calefacción consistía en una salamandra por habitación y la cocina era a leña. No teníamos luz, ni TV ni radio a pila porque el volcán Lanín, con hielos eternos, reflejaba las ondas.
Sin embargo fue una experiencia inolvidable y si naciera de nuevo…allá vamos!!!



Fuentes:
http://www.youtube.com/watch?v=7hfg1sNWV​Eo
http://es.wikipedia.org/wiki/Lago_L%C3%A​1car
http://www.sanmartinandes.com/leyendas.h​tm

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