PA LO QUE HEMOS QUEDAO: LA DINASTIA 0. LA UNIFICACIÓN DE EGIPTO

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Perpetrado por Oskarele

La tradición histórica atribuye la constitución del reino de Egipto y la instauración del poder real a la iniciativa de un legendario personaje llamado Menes. Supuestamente fue el primer faraón y el mítico fundador de las bases administrativas, económicas y culturales de lo que sería el posterior Imperio Egipcio. Según la leyenda, Menes, fundó la capital del país, en Menfis, y estableció la división del territorio del Bajo y Alto Egipto en distritos, organizó una burocracia central que hacía uso de la escritura y creó un vasto y eficaz sistema de regadío.

Lo chungo es que no está muy claro quien fue en realidad. Ni siquiera que existiese.

Naturalmente, tales procesos “civilizadores” (burocracia, escritura, comercio, arte), fueron mucho más lentos de lo que supone ese mito; en particular, la unificación política fue el resultado final de largas luchas para imponer un poder central sobre el particularismo de las comunidades locales, cuya última fase fue la unión del Alto y del Bajo Egipto (o sea, del valle y del delta del Nilo).

Esta unificación fue obra de un faraón del que si encontramos una presencia contrastada arqueológicamente hablando. Se trata de Narmer, que vivió hacia el 3.000 a. C., que vivió en el Alto Egipto y que, en muchas ocasiones, ha sido identificado con Menes, cosa que no está demasiado clara, aunque parece más que probable.

A este soberano, Narmer, se le atribuye, como hemos dicho, la unificación del país y el inicio de las llamadas “dinastías tinitas”, las dos primeras dinastías, originarias, al parecer, según las fuentes y los datos arqueológicos, de la ciudad de Tinis, en el Alto Egipto, así como la fundación de Menfis como capital. Estos acontecimientos aparecen reflejados en la famosa “Paleta de Narmer”, que ilustra este artículo.

En la paleta, el rey aparece dispuesto a golpear con su maza a un enemigo, y ostenta todos los atributos típicos del faraón egipcio: la corona blanca del Alto Egipto, el faldellín y la barba postiza. Aparece bajo la protección de la diosa Hathor. El reverso de la paleta, además, muestra el triunfo de este faraón y la unificación del país. Aquí el faraón aparece con la corona del Bajo Egipto. Las Dos Tierras aparecen aquí representadas por dos animales fantásticos cuyos largos cuellos se entrecruzan para simbolizar la unificación.

Aparte hay otros restos arqueológicos interesantes relacionados con él, como la famosa Maza Ceremonial de Narmer o la Estatua del Babuino, así como muchas referencias escritas con su nombre por todo el país.

Pero tampoco esta tan claro que fuese el autentico fundador de Egipto. Determinados descubrimientos arqueológicos, especialmente los del cementerio de Umm-el-Qaab, en Abidos o los de Nejen (Hieracómpolis) han sacado a la luz las tumbas y restos de, al menos, una docena de soberanos anteriores que habrían llevado a cabo la unificación del país unos doscientos años antes de Narmer-Menes.

Esta línea de soberanos predinásticos, de la que Narmer sería el último exponente (a la vez que el primero de la dinastía I), se conoce habitualmente como Dinastía O, aunque también recibe el nombre, desde el punto de vista arqueológico de “periodo de Naqada III”.

En ella se incluyen varios gobernantes que reinaron en el Alto Egipto entre el 3200 y el 3100 a. C.: Horus Ro o Iry-Hor (c. 3200 - 3175 a. C.), Horus Ka o Ka-Sehen (c. 3175 - 3150 a. C.) y Horus Escorpión o Serket (c. 3150 - 3100 a. C.). La identidad de estos primeros reyes figura en la Piedra de Palermo, casi 700 años posterior, y otras listas de faraones que se hicieron unos 2000 años después, como las de Abidos, Saqqara o el Canon Real de Turín.

Se sabe que Ka-Sehen realizó muchas conquistas en dirección sur, como su antecesor, Horus Ro. Por eso hay quien plantea que fueron los primeros que asentaron las bases del posterior Egipto unificado. No es muy probable que fueran ellos, pero si uno posterior, Serket, representado en una estela de Hieracómpolis con la Corona Blanca del Alto Egipto. Queda, sin embargo, la duda sobre si conquistó también el Bajo Egipto, o si esa tarea habría sido desempeñada por su sucesor Narmer.