EL ANGEL DE LA MUERTE ARGENTINO

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Fue el autor de una saga de crímenes, no igualada en la historia policial argentina. Carlos Robledo Puch mató a 11 personas antes de cumplir los 20 años.

Carlos Eduardo Robledo Puch, nació el 22 de enero de 1952, en Olivos. Clase media, zona norte. Estudió piano, inglés y alemán. Su madre lo llevaba a misa todos los domingos. Su padre quería que fuera ingeniero. El soñaba con seguir la carrera militar y era fanático de las picadas de autos.

Antes de cumplir 20 años, ya había asesinado a 11 personas. Hoy está preso en el penal de Sierra Chica, donde pasó más de la mitad de su vida.Lo detuvieron en febrero de 1972.

Su estampa de boy scout, algo confundido y desorientado, impactó tanto como los títulos que acompañaron su foto en los diarios: Bestia humana. Muñeco maldito. El Unisex. Monstruo con cara de niño.La saga de crímenes de Robledo Puch nunca fue igualada en la historia policial argentina.

Le demostró a la gente que los asesinos, no necesariamente tienen cara de asesinos, ni tienen que haber crecido en medio de privaciones. Pueden vivir a la vuelta de casa, tener cara de ángel y ser compañeros de colegio del nene. De hecho, es difícil que a un policía se le hubiera ocurrido detenerlo en la calle para pedirle documentos.

La sociedad se planteó una pregunta que tampoco tendría respuestas hoy: ¿cómo puede ser que un chico mate y robe a su antojo sin que nadie lo detenga? Entonces eran tiempos de la dictadura de Lanusse. Aparecía el Fiat 1600 -el Torino de los pobres-, se estrenaba Los Doce del Patíbulo y Bobby Fischer peleaba el título de ajedrez con Boris Spassky.

La primera señal de alarma apareció en los diarios del 4 de febrero de 1972:
Un temible sindicato del crimen opera en la zona norte: asesinan serenos para robar empresas, tituló ese día Clarín. La Policía aseguraba que se trataba de elementos avezados y de extrema peligrosidad.La detención de ese sindicalista del crimen se conoció a los pocos días. Robledo Puch había cometido un grave error en el que sería su último golpe, en la madrugada del 3 de febrero de 1972. Luego de entrar a robar una ferretería y de matar al sereno, se peleó con su cómplice y lo mató. Después de balearlo, le quemó la cara y las manos con un soplete para evitar que lo identificaran. Pero olvidó sacarle del bolsillo la cédula de identidad. Horas después, el nombre de Héctor Somoza llevó a la Policía directamente a Robledo Puch.

Sus crímenes empezaron a salir a la luz. A los 20 años no se puede andar sin coche y sin plata, dicen que dijo para justificar sus 11 asesinatos, asaltos y violaciones. Su bautismo había sido el 15 de marzo de 1971, cuando asaltó un boliche.Allí mató a dos serenos mientras dormían. ¿Qué querían, que los despertara?, explicó luego. Los crímenes -muchos por la espalda, todos sin motivo- siguieron durante 1971 y principios del 72. Ocho años después fue condenado a reclusión por tiempo indeterminado. Desde su detención, volvió a estar en libertad una sola vez. Fue en julio de 1973, cuando escapó de la cárcel durante dos días, hasta que lo encontraron en un bar. Cercado, tuvo miedo por su vida.

Pero sabía que su nombre ya era una marca registrada: No me maten: soy Robledo Puch, gritó.

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