EL AGUA, LA VIDA, EL HOMBRE y su BIENESTAR

(B).

O de las razones para considerar que el agua
no es propiedad de nadie, sino que pertenece a todos.

La Tierra está en un sistema estelar a una distancia tan particular desde su sol que origina a su vez la muy singular ocurrencia del agua en la naturaleza: simultáneamente se encuentra en las fases sólida, líquida y gaseosa, con gran movilidad en la atmósfera, el suelo y el subsuelo. Difícil encontrar una situación más privilegiada para un mundo. Allí se incubó un delicado sistema de vida y, en una de sus ramas, evolucionó una especie que tomó conciencia de su existencia. A la par con su conciencia aparece, necesariamente, su responsabilidad para la preservación del medio natural, con todos los significados que esta afirmación alcance a tener.
Los primeros asentamientos humanos prosperaron en las cuencas de ríos que aún hoy transportan agua en una permanente renovación de un mensaje de esperanza, esperanza que significa confianza en que mañana también pasará por allí el río, así no haya pasado la misma gota por el mismo sitio.
Desde estas fuentes el hombre se nutrió, sobre ellas se transportó, con ellas se divirtió. Hasta que el crecimiento de la población y sus demandas de alimentos aumentaron de tal forma que fue necesario emprender obras para almacenar el agua, transportarla y distribuirla a poblados y cultivos distantes de las fuentes de agua fresca. La proliferación de ese tipo de obras ocurrió en todos los continentes, fue un desarrollo independiente en todas las culturas del planeta. La prosperidad y el imperio de las civilizaciones caminó aparejada con el desarrollo de la hidráulica: en la agricultura, en la navegación a medianas y grandes distancias, en la planificación de la alimentación de conglomerados, en la salud pública, en la construcción de edificios emblemáticos y obras de infraestructura que dijeran a los vasallos quienes detentan el poder. Esta actitud de los estados perdura aún en nuestros días. Así se manifiesta cuando se controlan rutas, canales interoceánicos, métodos constructivos, acciones biotecnológicas y comercialización de bebidas envasadas. Pero el conocimiento sobre el uso y aprovechamiento del agua se propaga generosamente entre las comunidades gracias a que los hombres de ciencia adoptan posiciones muy altruistas para compartir este conocimiento.
La prosperidad de los pueblos va acompañada con la construcción oportuna de obras físicas de calidad, cuyo desarrollo significa a su vez la disponibilidad permanente de agua de buena calidad. Y el concepto de disponibilidad, más allá que a la presencia de agua, se refiere al continuo fluir del agua a través de los organismos o de los cuerpos inertes. Así como la vida requiere el continuo pasar del agua por dentro de los cuerpos vivos, las obras de las comunidades usualmente exigen ese mismo pasar, al menos durante el inicio de las obras.
El agua se incorpora, desde siempre, a la arcilla para formar la pasta moldeable que permite llevarla hasta las formas de alfarería que se requieren durante la fabricación de los utensilios domésticos y de las piezas de construcción. Pero en un proceso intermedio el agua se retira por horneado, su función la cumplió al pasar. La mezcla de áridos con cales y cementantes requiere la presencia de cantidades bien dosificadas de agua que al incorporarse y pasar forman nuevos materiales, resistentes y perdurables. El tratamiento de los suelos para las vías y la conformación de terraplenes, presas y diques demanda la incorporación de cantidades controladas de agua durante los procesos constructivos para obtener las calidades deseadas en las obras terminadas. De esta y similares maneras las obras del hombre, requeridas para el bienestar social de los pueblos, se unen a la biosfera para convertirse en parte del medio continuo en el que se cumple el ciclo hidrológico. El agua no se gasta, se usa. Quien la usa la toma en calidad de préstamo, no puede impedir su paso y más bien debe facilitar su fluir.
Se requiere liberar el agua para que cumpla su ciclo y regrese en el momento oportuno al lugar indicado a cumplir su función mediante un proceso bien peculiar: pasar por allí.

Francisco Jaime Mejía Garcés
Grupo de Investigación GABiS
Escuela de Ingeniería de Antioquia
10 de octubre de 2003
Año Internacional del Agua Dulce

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