AMENOFIS IV. AKHENATÓN, EL FARAÓN REBELDE.



Perpetrado por Oskarele

Los años de gobierno de Amenofis IV, también conocido como Ajenatón, Akhenatón o Akenatón, pero que en realidad se llamaba Neferjeperura Amenhotep, representaron una autentica ruptura tanto en el plano político y administrativo como en el religioso y el cultural. Su reinado se data entre el 1353 y el 1336 a. C. y fue el décimo faraón de la dinastía XVIII de Egipto, englobada dentro de lo que se conoce como Imperio Nuevo. Es sin duda uno de los faraones más interesantes, y a él le vamos a dedicar unas palabricas.

La Dinastía XVIII vivió un periodo histórico de excepcional importancia en Egipto, tras la expulsión de los hicsos. Se había convertido en una gran potencia imperial y militar, así como en un país muy rico, lo que provocó que los faraones de esta dinastía fueran ingentes constructores. Akhenatón heredó, pues, un estado en muy buena posición financiera y económica, que el faraón utilizó para sus fines políticos.

Nuestro protagonista fue hijo de Amenhotep III y de su Gran Esposa Real, la reina Tiy. Tras la muerte de su padre accedió al trono, en el 1353 a. C.,  y comenzó un amplio proceso de reformas que pretendían cambiar el antiguo orden establecido en torno al culto al dios Amón. Así, tras dos años de reinado en los que continuo la línea de su padre, proclamó al dios Atón, el disco solar, como la divinidad suprema del país, sustituyendo a Amón y promoviendo un movimiento de intolerancia religiosa hacia cualquier otro tipo de culto.

Su Gran Esposa Real fue Nefertiti, que tradicionalmente se ha descrito como una gran belleza y con unas grandes dotes como gobernante, como demuestra el hecho de que por primera vez haya registros con los nombres de Akhenatón y Nefertiti en cartuchos reales, algo inusual en otros reinados. Una teoría sostiene que llegó a ser corregente junto a su marido, incluso.

Lo cierto es que tuvo especial importancia en el reinado de Akhenatón, sobre todo en los primeros cinco años. A lo largo de todo el reinado acompañó a su marido en todas las obras que emprendió, y estaba presente en casi todas las ceremonias informales, al mismo nivel, prácticamente, que su marido. Pero no pudo aportar ningún heredero varón, por lo que sus hijas, seis, tuvieron que desposarse con pretendientes al trono, para darles legitimidad. Así, una de ellas, Meritatón, fue gran esposa real del propio Akhenatón y de Semenejkara, y otra, Anjesenpaatón, fue también gran esposa real de Akhenatón y de su hijo, Tutankamón, cuya madre se desconoce, pero se cree que era también hija de nuestro protagonista.

Por otro lado, parece ser Nefertiti falleció antes que su esposo, lo que provocó que eligiese a varias hijas como Gran Esposa Real, a efectos de poder oficiar los rituales que demandaba la presencia femenina real. Como eran estos egipcios…

Durante esos cinco años la capital continuó siendo Tebas, donde era característico el culto a Amón. Al principio de su reinado, promovió numerosas obras en la zona, que se realizaron gracias a diversas innovaciones en las técnicas de construcción. Algunas estuvieron dedicadas a Atón, simbolizado por el disco solar. Debido a la posterior persecución a la que fue sometido todo lo relacionado con el rey hereje, en especial por los gobernantes de la dinastía XIX, han sido escasos los restos hallados de estas representaciones artísticas, más allá de los pertenecientes a las etapas más primitivas.

La etapa de su reinado más importante es la que inicia el conocido como período de Amarna, que comprende los siguientes doce años. Hacia el quinto año de su reinado cambió su propio nombre, Amenhotep (“Amón esta satisfecho”), por Akhenatón (“Esplendor de Atón”) y decidió alejar todas las capillas de Tebas, sede, como hemos dicho, del culto a Amón.


Significativamente eligió un lugar “no contaminado” de Egipto para fundar su nueva capital. Se trataba de un lugar conocido como Amarna y allí puso en marcha la construcción, partiendo de cero, de “Ajtatón” (El horizonte de Atón), su nueva capital, donde pretendía crear un nuevo modelo de realeza y de civilización, encarnado por él mismo, su reina, Nefertiti, y su dios, Atón.

Hay que recordar que Atón era un dios secundario en el panteón egipcio. Formaba junto con Shu y Tefnut la triada creadora y su culto era símbolo del retorno a las bases del panteón egipcio. El culto a estos dioses había sido sustituido por el de sus hijos. Se representaba como un gran disco solar, del que salían brazos en disposición radial, que terminaban en manos con el signo anj de la vida con las que recogía las ofrendas, dando a cambio luz y vida.


Muy curiosa y perturbadoramente, no se han conservado imágenes antropomórficas, tan comunes en la religión egipcia, del dios Atón…

Sea como sea, Akhenaton no solo impuso a Atón como dios supremo, sino que prohibió el culto a Amón.

En realidad, tras esta movida religiosa, había una intención política clara: restar poder al sumo sacerdote y al clero de Amón. El nuevo dios y su culto no requerían intermediarios chupatintas y molestos. Akhenatón podía posicionar entre el dios y el pueblo, sin nadie más en medio. Y esto conlleva la asunción de un poder mucho mayor, y para ello, lógicamente, necesitaba una nueva capital.

Y efectivamente, se la construyó, a medio camino entre Menfis y Tebas, las dos anteriores capitales. Ajetatón (la actual Tell-Amarna). En la nueva ciudad, hizo construir templos con grandes patios, ya que el culto solar debía hacerse al aire libre. Claro que la construcción se financió con la confiscación de las tierras y rentas de los antiguos templos, quitándoles aun mas privilegios a los sacerdotes y dejándolos sin las inmensas riquezas que acumulaban cada año.

La ruptura con el pasado quedaba así totalmente consumada.

La revolución provocada por Ajenatón comportó la total eliminación de las imágenes humanizadas de dioses en esculturas, relieves, muebles y otros enseres, que habían constituido tradicionalmente la principal fuente iconográfica del arte egipcio. Paralelamente, la familia real se convirtió en el motivo central de las representaciones artísticas. La nueva religión se caracterizaba por una fuerte abstracción y conceptualización de la deidad. Esto originó un importante problema en el sistema de creencias egipcio, ya que el pueblo no concebía a los dioses sin forma e imagen, sino que necesariamente los corporizaba, ya fuese en una imagen antropomorfa, ya en un animal asociado.

El cambio religioso provocó también un cambio en el arte. Este periodo, conocido como “la revolución amarniana”, es sumamente interesante y novedoso, ya que se paso de las obras hieráticas y estilizadas, típicas del arte egipcio desde hacia siglos, a un claro realismo y naturalismo. Se deja de lado la representación idealizada, sin faltas o defectos físicos, y se remarcan algunos rasgos de forma extrema: poseen cabezas alargadas en su parte posterior, ojos rasgados, labios gruesos, mandíbulas prominentes, cuellos largos y estilizados, vientres pronunciados y contornos redondeados que, en muchos casos, dificultan la identificación del sexo del personaje representado.

Las imágenes tradicionales del faraón destrozando a sus enemigos, tanto interiores como exteriores, fueron reemplazadas por escenas íntimas del faraón venerando a su dios, con su familia o con Nefertiti.

No se sabe mu bien cómo terminó el reinado de Akhenatón, ya que no se cuenta con documentos ni crónicas de la época (por la censura posterior). Murió con entre 30 y 36 años. Su sucesor fue el desconocido Semenejkara, que reinó durante un breve período, entre un año y no más de tres. Tras él, ascendió al trono de Egipto un niño de menos de once años de edad: Tutankatón (Tutankamon).

De todos los legados del período de Akhenatón, solamente el artístico perduró tras su muerte.

El legado político y religioso murió con él, ya que durante el reinado de su sucesor, el faraón niño Tutankamón, sometido a Ay y Horemheb, la corte regresó a Tebas.
Y también su majestuosa nueva ciudad acabó malamente.

Fue usada como cantera para la vecina Hermópolis.

El nombre del Faraón, Akhenatón y su herejía serian condenados a Dammnatio memoriae (Condena de la memoria), es decir, al olvido y la supresión de todo lo que estuviera ligado a él, por las generaciones futuras (exactamente por la dinastía XIX)

Mas info y fuentes por aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Akenat%C3%B3n, aquí: http://egipto.com/akhenaton/index.html, aquí: http://sobrehistoria.com/akhenaton-el-faraon-que-creyo-en-un-solo-dios-i/, aquí: http://www.egiptoforo.com/antiguo/Akhenaton.

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