MARIE ANTOINETTE Adolescencia y pedido de mano.


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La emperatriz María Teresa se esfuerza por casar a su hija con el mayor de los nietos del rey Luis XV,el Delfín Luis Augusto y futuro Luis XVI, que tiene, más o menos, la misma edad que ella.
Al mismo tiempo María Teresa I acaricia la idea de unir a otra de sus hijas, Isabel, con el viejo Luís XV. Se trata de sellar la alianza franco-austríaca nacida de la famosa “caída de las alianzas” concretada en 1756 por el tratado de Versalles, con el fin de neutralizar la ascensión de Prusia y la expansión de Inglaterra.

El 24 de mayo de 1766 el Embajador francés en Austria le comunica a la Emperatriz: “El rey se ha manifestado en tales términos, que vuestra majestad ya puede considerar el proyecto como asegurado y resuelto”.

María Teresa se desenvuelve como toda una casamentera y hace que lleguen a Paris diversas noticias sobre las cualidades y bondades de la pequeña Princesa Austriaca, abruma a los embajadores con regalos y atenciones con el fin de ganar su favor y haya una petición de mano formal por parte del viejo Luis XV; María Teresa actúa más como Emperatriz que como una madre y como una completa monarca absolutista que no piensa en nada más que acrecentar su poder y el de su dinastía, aún a costa de la felicidad de su hija;
María Antonieta se vuelve un peón al igual que sus hermanas en el juego de poder de su madre; a pesar de que su embajador en Paris le advierte: “La naturaleza ha negado todos sus dones al joven Delfín de Francia".
Total que importa la felicidad de un princesita austriaca con tal de que llegue a ser Reina de uno de los reinos más importantes y poderosos del siglo XVIII.
Luis Augusto, no es atractivo a la vista, su manera de actuar no es agradable, es torpe, tosco, tartamudea, no puede expresarse con claridad y las circunstancias de la vida hicieron que este huérfano se refugiara dentro de sí mismo. Su madre nunca estuvo a su lado y mucho menos su padre. Ambos murieron muy jóvenes a causa de la viruela. El no iba a ser el Rey de Francia, su hermano mayor era el destinado, pero su muerte prematura empujó al tímido Luis Augusto Duque de Berry a ocupar su lugar.

Durante años Luis XV recibe las noticias sobre la Archiduquesa, dejando así en expectativa la respuesta definitiva sobre el matrimonio. Maríe Antoinette tiene ya 13 años, posee una belleza innegable, es alegre, amable y bondadosa por naturaleza, algo indiscreta y no oculta sus sentimientos.
A medida que Toinette crece, más segura se hace la petición de mano, María Teresa decide poner énfasis y mayor severidad en su educación , tiene que convertirse en una dama instruida, Se contrata a Noverre para la danza y a dos cómicos franceses, para la pronunciación uno y para el canto el otro, lo que provoca que en la corte austriaca empiecen a murmurar. Esto llega a oídos del embajador Francés en Austria el Marqués de Durfort; y lo comunica inmediatamente a Francia. Entonces llega una misiva a Austria advirtiendo:
“Una futura Reina de Francia, no puede ser educada por una patulea de cómicos”.

El 13 de junio de 1769, el marqués de Durfort, embajador de Francia en Viena, realiza la petición de mano para el Delfín. María Teresa I acepta de inmediato. En Francia el partido devoto, hostil por la caída de las alianzas llevada a cabo por el duque de Choiseul en favor del enemigo sempiterno, llama ya a la futura Delfina "la Austríaca", sobrenombre que le había sido dado por las hijas del rey Luis XV.
Con esto Versalles ya considera como interés suyo la educación de la futura Delfina de Francia. Es enviado a Austria el Abate Vermond, quien velará por la educación de la novia del Delfín; de él se tienen los primeros informes verdaderos sobre la condición exacta de María Antonieta quién encuentra a la Archiduquesa de trece años:

“Alegre, encantadora, y simpática, junto con un semblante delicioso. Posee todas las innegables gracias; y si crece algo como es licito esperar, tendrá todo los encantos que se pueden desear de tan alta princesa. Su carácter y su corazón son excelentes”.

«Tiene más inteligencia de la que se sospechó en ella durante largo tiempo, pero, por desgracia, esta inteligencia, hasta los doce años, no ha sido acostumbrada a ninguna concentración. Un poco de dejadez y mucha ligereza me han hecho aún más difícil el darle lecciones. Comencé durante seis semanas por los fundamentos de las bellas letras; comprendía bien, juzgaba rectamente, pero no podía llevarla a que profundizara en las materias, aunque sentía yo que tenía capacidad para ello. De este modo comprendí finalmente que sólo sería posible educarla distrayéndola al mismo tiempo.»

La adolescente Toinette no tiene inclinación por temas intelectuales. Esto no cambiaria mucho con el transcurso de los años, pero qué más da? en la corte francesa se aprecia más a las mujeres por su aspecto físico que por su inteligencia. Marie Antoinette sabe danzar con gracia, es agradable a la vista y eso basta. En 1769 María Teresa supervisa los avances de su hija, la interroga por más de dos horas y queda satisfecha con las respuestas de Toinette. Meses después le comunica que en un futuro no muy lejano será la Reina de Francia.

Luis XV envía una misiva solicitando formalmente la mano de Marie Antoinette para su nieto Luis Augusto Duque de Berry, Delfín de Francia y propone como fecha de matrimonio la pascua del siguiente año.
Por fin María Teresa ve su meta cumplida. Con esto llegará la paz a su imperio y Europa. Inmediatamente se lo comunica a la corte vienesa y lo mismo sucede en Versalles.
Se envían mensajes a todas las casas reales de los Habsburgo y Borbones y se dispone un año entero para los preparativos de la boda.

En Versalles y Schönbrunn, la etiqueta del siglo XVIII es muy extravagante. Todas las casas reales europeas más importantes son invitadas al evento del año, un heredero de Francia se unirá a una Archiduquesa de Austria. Empiezan a barajarse diversos nombres sobre los participantes secundarios en esta espectacular puesta en escena, diversos nobles y plebeyos quieren participar del cortejo nupcial, lavanderas, peluqueros, caballeros, damas, todos quieren presenciar el tan esperado evento.
Ambas cortes gastan fortunas en detalles. Quieren impresionar con sus magníficos trajes, con esplendorosas telas, joyas, pelucas empolvadas, destilando pura frivolidad por todos lados.
Marie Antoinette deslumbrada con la ilusión de llegar tan alto como su madre, de ser la Reina de aquella magnifica corte de la que todos hablan, de ser la dueña de ese palacio imponente, el de las mil ventanas, el del salón de los espejos, Versalles, el esplendoroso. Luis por su parte, torpe, retraído, rechazado socialmente e inseguro.

Continuará.

Fuentes: REVISTA PEOPLE. Edición siglo XVIII.(Modo irónico ON ;D)

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