ANIMALES LÍTICOS


Perpetrado por Oskarele

Los primeros Australopithecus tuvieron que usar las piedras, por lo menos, de la misma forma en la que lo hacen los chimpancés actuales: como proyectiles para repeler a los intrusos y como martillos pa partir nueces o almendras. Utilizándolas así, tarde o temprano, se desprenderían fragmentos con bordes lo suficientemente afilados como  para cortarse.

Pero seguramente no se aprovecharon sus posibilidades a las primeras de turno.

Pero teníamos tiempo de sobra.

Así que a lo largo de los miles de años, algún listo se debió dar cuenta de lo que cortaban las jodidas lascas de piedra.

El siguiente paso fue estrellar las piedras contra el suelo y buscar las lascas más afiladas, a las que pronto le dieron varias utilidades (esencialmente para cortar la piel y despiezar la carne, pero también para cortar ramas, tallar las puntas de los palos o como flechas o lanzas).

Y lo mismo miles de años después (o al día siguiente…) otro listo tomó una piedra con cada mano, chocándolas para producir lascas útiles… pero también se tuvieron que dar cuenta de que el propio núcleo al que arrancaban lascas podía ser moldeado y ser utilizado como un elemento cortante más contundente, como, por ejemplo, un hacha.

Las primeras herramientas de piedra, por supuesto encontradas en África, revelaban una diestra facilidad para seleccionar los mejores materiales disponibles. Y sin duda se produjo esa evolución, a lo largo de los milenios, que hemos comentado.

Con la fabricación de núcleos y lascas, palos pa escarbar afilados y demás pequeñas herramientas, se alcanzaron los límites del cerebro de los Australopithecus.

La utilización de estas herramientas, en un aun no demasiado complejo sistema de producción, basado en el carroñeo, la caza menor, la recolección y el escarbado requería capacidades que ya se iban haciendo difíciles para los primeros Australopithecus.


Así que, como siempre, la selección natural favoreció a los individuos que mejor aprendieron a currarse herramientas, a los que tomaron las mejores decisiones y las más inteligentes sobre cuándo y en qué ocasión usarlas, aprendiendo a moverse en relación con los cambios estacionales, así como de la cantidad de alimentos vegetales y animales disponibles.

Y la selección natural nos llevó hasta el siguiente paso en nuestro estudio, el Homo hábilis, que curiosamente tenía una capacidad craneana mucho mayor que la de sus antepasados Australopithecus.

Pero esto no fue de un día pa otro.

Durante más de tres millones de años, Lucy y sus colegas australopitecinos apenas cambiaron.

Su cerebro apenas aumentó de tamaño, aunque se valían de sus piedrecicas y sus palos, seguramente, porque en un principio no lo necesitaban.

En un momento dado, entre hace dos y tres millones de años, hubo por lo menos seis tipos de homínidos viviendo en África (todos aquellos mencionados en el primer artículo de los Australopithecus).

Pero solo uno de ellos estaba destinado a perdurar: el género Homo, que emergió hace un par de millones de años.

Lo curioso es que durante otro millón de años, más o menos, cohabitaron los Homo con los Australopithecus, hasta que estos desaparecieron definitivamente hace un millón de años.

Nadie sabe porque desaparecieron los Austrolopithecus.


Igual nos los comimos…

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