¿PA QUE SIRVEN LOS RITOS? PAPEL Y FUNCIÓN DEL RITUAL


Perpetrado por Oskarele

En nuestro estudio sobre los rituales no vamos a centrarnos en los aspectos observables de los mismos, es decir, en la repetición, perennidad, variedad y estética que los diferencia a simple vista. Hay que encontrar sus funciones y significados, tanto en un nivel grupal como en un nivel individual.

Así, ¿Para que surgen los rituales? ¿Cuál es su finalidad? mas allá de las finalidades explicitas determinadas y claricas, como la búsqueda de la protección divina, el deseo de aumentar la fecundidad, la necesidad de celebrar acontecimientos positivos… se puede asignar a los rituales tres funciones mayores, relacionadas entre sí y de las son desigualmente conscientes los grupos y los individuos protagonistas.

Son, pues, las siguientes funciones:

1.    Función de dominio de lo inestable y de seguridad frente a la angustia (lo que Jean Paul Sartre consideraba “la nausea”)

Las conductas rituales expresan y liberan la inquietud humana ante el cuerpo y el mundo, su transformación y su aniquilamiento. Permiten canalizar emociones poderosas, como el miedo, el odio, la pena o la esperanza, en el caso de numerosos ritos arcaicos de orden conjuratorio y propiciatorio. Un ejemplo de esto son los rituales de duelo ante la pérdida de un ser querido, manifestados en nuestra cultura mediterránea por el luto, presentes en todas las sociedades conocidas, aunque con una variedad enorme de ritos.

Algunas prácticas constituyen un medio para dominar de modo simbólico el espacio y el tiempo con la intención de reducir sus imposiciones o su fluidez. Esto se da, por ejemplo, cuando se trata de hacer sagrado un lugar privilegiado (por ejemplo, cuando se bendice una iglesia) o cuando se trata de consagrar los periodos de la naturaleza (ritos estacionales) o del tiempo vital (ritos de paso).

2.    Función de mediación con lo divino o con ciertas formas y valores ocultos o ideales.

Esta función está íntimamente relacionada con la anterior, porque tiende a captarse unos poderes que se nos escapan a los mortales: divinidades, espíritus, seres benéficos o maléficos que permanecen fuera del ámbito de lo cotidiano.

Como son inaccesibles técnicamente o controlables por el ser humano, la forma de acceder a ellos es simbólica y ritual: gestos, signos, objetos figurativos… Un ejemplo pa entendernos: las oraciones o las formulas mágicas.

Se trata, visto de otro modo, de una dimensión “sagrada” a la que el ser humano no puede acceder si no es mediante el ritual, mediante una técnica simbólica que permite que lo profano, nosotros, entremos en contacto con lo sagrado, casi siempre mediante la intercesión de un intermediario (sacerdote, chaman…) y habitualmente acompañado de la ingesta de algún producto psicoactivo  que produzca estados alterados de la conciencia, mediante los cuales se considera que esa frontera que separa lo mundano de lo sagrado se hace más tenue.

Por extensión, en el ámbito laico se nota la herencia de estos rituales que pretenden interceder con lo divino. En el campo de las ideologías o de los valores morales se aprecia claramente como se tributan sacrificios o pruebas de respeto, por ejemplo en las conmemoraciones nacionalistas o en los congresos políticos. El protocolo, por ejemplo, sería una versión laica de esta movida.

3.    Función de comunicación y de regulación

Esta función desde mi perspectiva, es la más importante, pues está íntimamente relacionada con el bienestar del colectivo social, reforzando y legitimando el vinculo que un a los diferentes individuos de una sociedad. Esta función esta mucho menos explícita que las anteriores, pero en realidad es apreciable en todos los rituales sociales: toda comunidad, grande o chica, todo grupo que comparta un sentimiento de identidad colectiva (que suele definirse perfectamente mediante el pronombre personal “nosotros”), experimenta la necesidad de mantener y de reafirmar las creencias y los sentimientos que fundamentan su unidad.

Es decir, todo grupo cohesionado quiero seguir siéndolo y para ello reafirma continuamente su ideario y los motivos por el que están unidos.

Para que un grupo permanezca unido es necesario que se reúnan, que se encuentren los diferentes individuos que lo componen, reafirmándose los valores comunes que tienen.

Por ejemplo, esto sucede en las fiestas religiosas o laicas, en todos los rituales de masas (manifestaciones, juegos deportivos, mítines políticos) o incluso en determinados ritos más cotidianos (la moda en el vestir, el empleo de distintivos grupales o nacionales…)

A través de estas tres funciones, los rituales se sitúan en la bisagra entre naturaleza y cultura, entre lo sensible  y lo espiritual.

Garantizan no solo una regulación social y moral, sino también la satisfacción de los deseos de trascendencia y de carácter sagrado.

Y por encima de todo, hacen que el individuo se sienta integrado en un grupo y que el grupo se sienta defendido por sus individuos.

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