MAGDALENA VENTURA, LA MUJER BARBUDA


Perpetrado por Oskarele

El perturbador cuadro de la imagen adjunta se llama “La mujer barbuda”, aunque en su origen se llamó “El gran milagro de la naturaleza”, y fue pintado en 1631 por José Ribera, El “Españoleto” (1591-1652), también conocido como Giuseppe Ribera, un pintor destacado de la escuela española, aunque su obra se hizo íntegramente en Italia y de hecho, no se conocen ejemplos seguros de sus inicios en España.

Pues bien, resulta que en la obra se retrata a una señora napolitana llamada Magdalena Ventura, y a su marido (es más, el cuadro también es conocido como “Magdalena Ventura con su marido”), un tal Felici de Amici, con quien tuvo tres hijos. Resulta que a los 37 años, le crecieron la barba y el bigote de una forma espectacular. Al parecer padecía hirsutismo, una dolencia hormonal que resulta en una excesiva producción de pelo, unido a una virilización generalizada.




Esta mujer fue invitada al Palacio Real de Nápoles por el virrey, Fernando Afán de Ribera y Enríquez, III Duque de Alcalá cuando éste supo de su existencia para ser retratada por José de Ribera, de quien era mecenas. El cuadro esta firmado el 16 de febrero de 1631. Será heredado por los sucesores de ese Duque de Alcalá, acabando en la Casa de Medinaceli, que sigue siendo propietaria del cuadro, que está expuesto en el Hospital Tavera de Toledo.

La información de la obra la proporciona el mismo cuadro, en la inscripción que tenemos a la derecha. Menciona que la señora barbuda fue retratada a la edad de 52 años, pero que la barba le empezó a crecer, como ya hemos dicho a los 37.

Se cree que Ribera seguramente conocía el cuadro que había realizado en 1603 Juan Sánchez Cotán de Doña Brígida del Rio, llamada "La Barbuda de Peñaranda", que tenéis aquí debajo. Esta iconografía sobre monstruos, enanos y personajes deformes era muy del gusto de la sociedad renacentista europea y fue muy popular en la corte de Felipe IV. También era conocido el interés de Ribera en representar personajes extraños.


Para realzar el naturalismo de la escena, retrata a la mujer italiana, de apariencia misteriosa y a la vez monstruosa, asomando el pecho mientras amamanta al bebé. También sitúa simbólicamente el detalle de una bobina de lana dentro de una concha, símbolo hermafrodita, sobre las lápidas laterales, alude con atributos de las labores femeninas al comportamiento de una mujer.

Mas info y fuentes aquí: la pagina web de la casa de Medinaceli, propietaria del cuadro, aquí, aquí y aquí

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