LA ATLÁNTIDA. PARTE 24. EL SIGLO XX: LEWIS SPENCE


Perpetrado por Oskarele

 “(Los atlantes eran) auriñacienses u hombres de Cro- Magnon... excepcionalmente altos, en verdad hijos de los dioses, con una estatura media de entre 1,84 y 1,99 metros en el caso de los varones, aunque las mujeres eran pequeñas, lo cual prueba que se trataba de una raza mixta.”

James Lewis Thomas Chalmers Spence (1874-1955) fue un experto en mitología escocés con una obra impresionante, tanto por lo extensa como por lo currada, aunque, por otro lado, polémica y arriesgada en sus propuestas.

Tras graduarse en la universidad de Edimburgo, comenzó una carrera como periodista, para luego ser editor de varias publicaciones a principios del siglo XX.
Por esa misma época comienza a interesarse por la mitología y el folklore de México y Centroamérica, publicando en 1908 una versión revisada del libro maya Popol Vuh. Un par de años después publicaría “A Dictionary of Mythology”, en el que también haría un amplio estudio de esas culturas.

Pero también centró su interés por la historia antigua y las leyendas de su tierra, Escocia. Así, en 1905 publica un estudio sobre los bretones titulado “Mysteries of Celtic Britain” en el que teoriza sobre la idea de que fuesen emigrante del noroeste de África, probablemente relacionados a su vez con los bereberes y los vascos. Además ejerció el cargo de Vicepresidente de la Scottish Anthropological and Folklore Society (Sociedad escocesa de antropología y folklore) y recibió una pensión real por su servicio a la cultura.

Estas investigaciones sobre las culturas del Nuevo Mundo y las del oeste de Europa y África lo llevaron, sin más remedio, a la Atlántida. Así, durante la década de los años veinte, publicó una serie de libros,  entre los que están “The Problem of Atlantis (1924)” o “History of Atlantis” (1927), en los que sigue más o menos la línea de investigación que planteó Ignatius Donnelly, considerando aquellas islas hundidas como una antigua civilización relacionada con el Nuevo Mundo, pero también en contacto con la Vieja Europa.

Sobre la Atlántida haría otras obras como “Atlantis in América”, de 1925, “The occult sciences of Atlantis”, de 1927, o “The Problem of Lemuria: The Sunken Continent of the Pacific”, de 1932. Curiosamente, dicen que, a pesar de su entusiasmo por el tema, Spence pensó que estaba en peligro su posición de erudito fidedigno si seguía hablando abiertamente de la vida en la época de Atlántida y las artes esotéricas que él creía que se practicaron ahí. Suspendió todo su trabajo sobre el tema y según quienes le conocieron, se rehusó a volver a hablar sobre la Atlántida.

Aparte haría un montón de libros más sobre mitología e historia oculta, tanto de los antiguos bretones (“The Magic Arts in Celtic Britain”, publicado en 1949, o  “The History and Origins of Druidism”del mismo año), sobre ocultismo (“An Encyclopaedia of Occultism: A compendium of information on the occult sciences, occult personalities, psychic science, magic, demonology, spiritism and mysticism”, de 1920; o “Occult Causes of the Present War”, de 1940, el primer libro sobre el esoterismo nazi)o sobre mitología, publicando libros sobre diferentes países, como México, Perú, Egipto y Europa.

En cuanto a la Atlántida, parte de la idea de que en realidad no existió una isla continente, si no que fueron dos: una por donde decía Platón, (cerca del estrecho de Gibraltar) y otra en las Antillas (llamada precisamente Antillia). Estaba convencido, por los numerosos puntos coincidentes entre las diferentes leyendas mitológicas a los dos lados del charco de que o existió una intensa comunicación entre el Viejo y el Nuevo Mundo antes del descubrimiento de Colón, o cada Hemisferio desarrolló sus leyendas a partir de un punto central, que luego desapareció. Por ejemplo, señala el parecido entre Quetzalcóatl, el dios tolteca que llevó la civilización a México y que regresó a Tlapallan, su lugar de origen en el mar oriental, y Atlas, tan importante en las leyendas que se refieren a la Atlántida. Ambos eran mellizos, ambos se representaban con barba y cada uno de ellos sostenía el cielo.

Considera, además, que hubo diversas oleadas migratorias, y plantea que los cráneos de Cro-Magnon indican que el tipo humano al que pertenecían poseía una capacidad cerebral mucho mayor que la de los habitantes de Europa de la época, casi como si se tratase de una raza de superhombres. Afirma que la cultura magdaleniense (hace alrededor de 16.000 años), fue una segunda oleada migratoria.  Y la tercera seria hace 11.500 años, según Spence, eran los antecesores de los iberos que se difundieron por España y otras partes del Mediterráneo, como las montañas Atlas. Y estos serían en realidad los atlantes de los que hablaba Platón.

Resumiendo, nada nuevo. Una mera revisión de las teorías de Donnelly, aunque rebajando un poco el grado de civilización, considerando la Atlántida en una “Edad de Piedra” similar a la del antiguo México o al Perú.

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