ZECHARIA SITCHIN. LIBRO 2º: LA ESCALERA AL CIELO. PARTE 26: LAS PIRÁMIDES DE LOS DIOSES Y LOS REYES, PARTE 1. DATOS Y UNA CHISPICA DE HISTORIA



Perpetrado por Oskarele

En el Libro de Enoc, del que hemos hablado en un artículo anterior, se cuenta que, cuando Enoc estaba siendo llevado por un ángel para visitar el paraíso terrestre, en el este, "vio aquellos días dos largos cordones que eran entregados a ángeles que tomaron alas y partieron para el norte". Respondiendo a las preguntas del patriarca, el ángel-guía explicó: "Ellos partieron para medir... traerán las medidas de los justos para los justos... todas esas medidas revelarán los secretos de la tierra"…

¿Seres alados yendo hacia el norte con la intención de medir? ¿Medidas que revelarán los secretos de la Tierra? El profeta Habacuc, describiendo la aparición del señor, venido desde el sur y en dirección al norte, dice “Los cielos están cubiertos por su halo, Su esplendor envuelve la Tierra; Su brillo es como luz. Sus rayos emanan de donde su poder se esconde. La Voz va delante de él, centellas emanan de la parte inferior. Él hace una pausa para medir la Tierra; Él es visto y las naciones estremecen"

¿Estarían la medición de la Tierra y sus secretos relacionados con los vuelos de los dioses por los cielos de nuestro planeta?

Volemos con ellos a Sumeria: Sippar era el espaciopuerto de los Anunnaki (fundado, según Sitchin, hace 400.000 años…) y Shamash, el comandante de la instalación. Visto bajo ese prisma, el papel desempeñado por los Divinos Medidores queda esclarecido: sus cordones medían el camino hasta el espacio-puerto. El lugar no fue elegido al azar, si no que buscaron un lugar adecuado, determinando las posiciones de las instalaciones de orientación y control y la zona de vuelo, tomando como referencia, como dijimos en artículos anteriores, el monte Ararat, que fue cortado por un meridiano, una línea imaginaria norte-sur. La trayectoria de vuelo, comenzando sobre el golfo Pérsico, quedó demarcada en el ángulo fácil y preciso de 45 grados en relación al meridiano. El espacio-puerto quedaría en el punto donde las dos líneas se cruzaban, en los márgenes del río Éufrates.

Sin embargo, todo el complejo del espacio-puerto y ciudades auxiliares (ver artículo anterior) fue arrasado por el diluvio, hace cerca de 13.000 años, del que solo se libró la Plataforma de Aterrizaje de Baalbek. “No sería correcto que imaginemos que los Anunnaki se contentarían en alcanzar esa plataforma hilada entre dos cadenas de montañas confiando únicamente en su pericia como pilotos”, dice Sitchin, así que, seguramente, marcaron otro corredor de aterrizaje en forma de flecha en dirección a Baalbek.

¿Qué puntos naturales pudieron tomar como referencias para un corredor de aterriza triangular como el de Sippar? Pues bien, cerca, al sudeste, se elevaba el macizo de granito del sur de la península del Sinaí, donde se erguía el Monte Santa Catalina, del que hablamos en el artículo anterior, y que podría servir como “entrada” formando la línea sudeste.

Pero, ¿cual sería el marco al noroeste, que junto con Baalbek formaría la otra línea del triángulo?

Para Sitchin está claro: el punto estaba en Egipto. Si tiramos una cuerda desde Baalbek al Monte Ararat, y la prolongamos hacia Egipto, al sur, y luego cogemos un compas,  pinchamos en Baalbek y trazamos un arco que pase por el Monte Santa Catalina, en el Sinaí, y lo hacemos cruzar con la línea anterior que unía Baalbek y el Ararat, tenemos una intersección en Egipto, y se forma un triangulo entre ese punto y los otros dos (Baalbek y el Sinaí). La imagen igual os hace entenderlo mejor, la teneis aquí:

Pero claro ¿Qué había en ese punto que hemos obtenido en Egipto con estos trazados geométricos? Pues cuando aquellos extraterrestres hicieron las movidas no había nada… pero algo tenían que construir para delimitar claramente desde el aire ese triangulo de vuelo… y así hicieron LA GRAN PIRÁMIDE DE GIZEH…

Efectivamente, la Gran Pirámide de Gizeh, junto con sus dos compañeras y la Esfinge están situados exactamente sobre la prolongación de la línea imaginaria Ararat-Baalbek. Además, las distancias entre Baalbek y el monte Santa Catarina y entre Baalbek y la Gran Pirámide son exactamente iguales.

Así fue como surgieron las pirámides de Egipto… según Sitchin, claro.

Hagamos un poco de historia de estas construcciones en el planeta de los faraones: existen muchas pirámides y estructuras piramidales en Egipto, que salpican toda la región que va desde el delta del Nilo, al norte, hasta el sur (penetrando inclusive en Nubia). Pero, cuando alguien habla de pirámides, todas las copias, variaciones y "mini-pirámides" de épocas más recientes son desconsideradas, centrándose la atención en las “veintipocas” que, según se dice, fueron construidas por los faraones del Imperio Antiguo (entre el  2.700 y  el 2.180 a.C.).

Esos monumentos, por otro lado, están divididos en dos grupos: las claramente identificadas con gobernantes de la 5ª y 6ª dinastías (como Unas, Teti, Pepi etc.), elaboradamente decoradas, y donde se encuentran inscritos los famosos “Textos de las Pirámides”, y las más antiguas, atribuidas a reyes de la 3ª y 4ª dinastías, las primeras de las que se tiene noticia, y las que más nos intrigan, al ser, curiosamente, mucho más grandiosas, más sólidas, más exactas y más perfectas que todas las que vinieron después, además de las más misteriosas.

Quién las erigió, como, por qué e incluso cuándo, nadie lo sabe a ciencia cierta. Existen sólo teorías y suposiciones académicas.

De toa la vida, los libros de textos, han contado que la primera pirámide fue construida por un rey llamado Djoser, el segundo faraón de la 3ª Dinastía (2.650 a.C.), en  un lugar al oeste de Menfis, con la ayuda de un brillante científico y arquitecto, Imhotep y con la intención de currarse una tumba que superara todas las existentes (hasta aquella época, la costumbre reinante era excavar un túmulo en el suelo pedregoso, enterrar el rey y después cubrir la sepultura con una gran lápida horizontal, llamada mastaba, que con el tiempo fue asumiendo proporciones muy substanciales).

El ingenioso Imhotep cubrió la mastaba original de la tumba de Djoser con varias capas de piedras menores, asentadas en dos fases de construcción, obteniendo así una pirámide en escalones, al lado de la cual, dentro de un gran patio rectangular, se levantaron una gran variedad de edificios conmemorativos y funcionales, rodeándose todo el conjunto con una gran muralla.


La pirámide y las ruinas de algunos de esos edificios aún pueden verse en Sakkarah.

Los reyes que siguieron a Djoser, continúan narrando los libros de texto, se sintieron maravillados por esta obra e intentaron imitar a su antecesor. Así,  Sekhemkhet, que ascendió al trono inmediatamente después, comenzó a construir la segunda pirámide escalonada, también en Sakkarah, aunque, por motivos desconocidos, nunca llegó a ser terminada (es posible que el ingrediente que faltó haya sido el genio de Imhotep…)

Una tercera pirámide en escalones fue descubierta entre Sakkarah y Gizeh, al norte, menor que las anteriores y atribuida al faraón que vino después de los dos anteriores, llamado Khaba. Ciertos especialistas creen que hubo una o dos tentativas posteriores, por parte de faraones no identificados de la 3ª. Dinastía, de construir pirámides, pero fracasaron.

A unos 45 kilómetros al sur de Sakkarah, en un lugar llamado Meidum, hay otra pirámide que, cronológicamente, es considerada la cuarta. En ausencia de indicios consistentes, se presume que fue construida por el faraón que se siguió a los anteriores, un tal Huni. Se afirma que él inició la obra y que la tentativa de terminarla fue de su sucesor, Snefru, el primer rey de la 4ª. Dinastía. Comenzó, como las anteriores, bajo la forma de una pirámide escalonada, pero, por motivos totalmente ignorados, sus constructores decidieron hacer una pirámide "de verdad", o sea, con lados planos (con una capa de revestimiento, formada por piedras pulidas). También por motivos desconocidos, se escogió un ángulo de 52 grados.

Sin embargo, aquello que, según los libros, sería la primera pirámide verdadera, terminó en un triste fracaso: la capa externa, los cimientos de piedras menores y parte del propio núcleo cayeron bajo el peso de las piedras colocadas unas encima de las otras en ese ángulo precario. Todo lo que queda de esa tentativa es parte del núcleo sólido, cercado de un monte de escombro.



Pero Snefru se empeñó y construyó otra al norte de Meidum, modificando el ángulo de construcción, que, siendo menor (43 grados), garantizó una mayor estabilidad y redujo la altura y masa de la pirámide. Fue una decisión sabia, como demuestra el hecho de que ese monumento, apropiadamente llamado “La pirámide Romboidal” (o “Acodada), aún permanece en pie.


Animado por el éxito, ordenó la construcción de una tercera pirámide, cerca de la anterior, conocida en la actualidad como la Pirámide Roja, debido al color de sus piedras. Esta si tiene el aspecto clásico de estas construcciones: una forma triangular irguiéndose a partir de una base cuadrada, con lados de 200 metros de largo  y una altura de 100 metros, formadas por escalones de piedra recubiertos de piedras más pequeñas, para dar la impresión de tener los lados planos. Pero tiene trampa la cosa: el ángulo, en vez de la inclinación perfecta, 52 grados, es de 44 grados, mucho más fácil de lograr.

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