“PONGO LA MANO EN EL FUEGO POR…”

ByOskarele

Una ordalía era un tipo de juicio o prueba terriblemente cruel y chunga que se practicaba en Europa hasta finales de la edad media para comprobar si un acusado era inocente o culpable.

La verdad es que como método de verificación de un acusado era una mierda, con perdón, aparte de una barbaridad. Pero así eran las cosas en aquellos tiempos.

La palabra procede del latín “ordalium”, que a su vez procede del término sajón “ordal”, que significaba juicio divino. Pero la práctica es bastante más antigua, como veremos a continuación.

Antes de nada hay que dejar claro que era de las pocas “herramientas” que tenían los acusadores para intentar sacar la verdad al acusado. Así se sometía al pecador o criminal a torturas inimaginables (como aplicarle hierros candentes o quemarle las manos, u obligarle a poner las manos dentro de una hoguera o una olla con agua hirviendo o permanecer largo tiempo bajo el agua o sin agua…). En este caso no se trataba como en la tortura convencional de conseguir una confesión, si no de comprobar si de verdad era culpable o inocente, y esto se decidía, simple y llanamente, si el individuo soportaba estoicamente todo aquel sufrimiento y sobrevivía o no resultaba dañado o si, por el contrario, reconocía el crimen (aunque no lo hubiese hecho), quedaba malherido o palmaba.

En el primer caso se entendía que Dios lo consideraba inocente, y no tenía que ser castigado (mas??) y en el segundo quedaba claro que era culpable…

De esta movida hemos heredado la expresión “pongo la mano en el fuego por fulanico”, para manifestar el respaldo incondicional a alguien.

Parece que ser que la practica esta procede de los visigodos, aunque los judíos también decidían la inocencia o culpabilidad de una persona por medio de pruebas. Y que era la divinidad la que al final hacia aflorar la verdad.

La ordalía, por cierto, se realizaba en la iglesia.

Un ejemplo curioso es el llamado “Juicio de la Cruz” que se realizaba del siguiente modo: delante de un altar se colocaban dos personas en pie, inmóviles con los pies juntos y los brazos abiertos en la actitud de un crucificado. Se leía delante de ellos la misa, los salmos o el evangelio de la Pasión. El que se movía perdía el pleito.

O el “Juicio del corsned”, que consistía en una prueba que se hacía con un pedazo de pan o queso. Estos alimentos se bendecían. Se consagraban con ciertas fórmulas y se hacía sobre ellos la señal de la cruz. Si el acusado era culpable, sus dientes no llegarían a masticarlo o sus entrañas serían devoradas por un fuego interior…

La pena correspondiente al juicio de Dios más antigua que se usó en España fue la pena caldaria o prueba del agua hirviendo. Pero también se practicaba la prueba del desafío o la del hierro ardiendo, pero nunca se usó la prueba del pan y del queso.

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