LA VIDA, COMO VENIMOS DICIENDO, ES MUY EXTRAÑA. SURGEN LOS ANIMALICOS TERRESTRES

ByOskarele

El principal motivo de que se aumentasen tanto los niveles de oxigeno fue que gran parte del paisaje del mundo estaba dominado por helechos arborescentes gigantes y enormes ciénagas, que, por su carácter pantanoso, perturbaban el proceso normal del reciclaje del carbono. La materia vegetal muerta, en vez de pudrirse por completo, se acumulaba en ricos sedimentos húmedos, que acabaron prensados en los grandes yacimientos de carbón que aun hoy en día seguimos empleando.

Los altos niveles de oxigeno estimularon, sin duda, el crecimiento.

El indicio más antiguo de un animal de superficie encontrado hasta ahora es un rastro que dejo hace 350 millones de años una criatura tipo ciempiés en un roca de Escocia, aunque de medio metro de longitud. No creáis que es mucho, pues algunos llegaron a medir un metro…

Por eso no es raro que los insectos desarrollasen un truco genial que les permitiese librarse de estos terribles seres terrestres: aprendieron a volar. Algunos llegaron a dominar esta técnica con tal pericia que no han tenido necesidad de modificar sus técnicas desde entonces, por ejemplo, la Libélula, que podía, antes y ahora, volar a 50 kilometros por hora, parar instantáneamente, mantenerse inmóvil en el aire, volar hacia atrás y elevarse a alturas enormes. Claro que las libélulas de antes eran algo diferentes: llegaron a ser grandes como cuervos en el periodo carbonífero.

Aunque hay que tener en cuenta que todo era grande en aquella época: los arboles y el resto de vegetación alcanzaron proporciones exageradas. Los equisetos y los helechos arborescentes llegaron a tener hasta 15 metros de altura y los licopodios, mala hierba en la actualidad, hasta cuarenta.

Los primeros vertebrados terrestres son una especie de misterio.

En parte, es debido a la escasez de fósiles relacionados. Pero también tiene parte de culpa un sueco llamado Erik Jarvik, cuyas extrañas interpretaciones y su actitud reservada retrasaron casi medio siglo los procesos en ese campo. Jarvik formaba parte de un equipo de científicos escandinavos que fueron a Groenlandia en las décadas de los treinta y cuarenta a buscar fósiles de peces. Buscaban sobre todo peces de aletas lobuladas del tipo que presumiblemente fueron antepasados nuestros y de todas las demás criaturas que caminan, conocidas como tetrápodos.

La mayoría de nosotros, los animales, somos tetrápodos, y todos tenemos una cosa en común: cuatro extremidades, cada una de las cuales termina en un máximo de cinco dedos. Los dinosaurios, las ballenas, las aves, los humanos, hasta los peces… todos ellos son tetrápodos, lo que parece indicar que proceden de un antepasado común, se supone que del periodo devónico, es decir, hace unos cuatrocientos millones de años, ya que antes no había nada que caminase sobre la tierra.

El equipo de Jarvik estaba buscando precisamente ese antepasado común de los tetrápodos. Y lo encontró. Era una criatura de un metro de longitud llamada Ichthyostega. Jarvik se tiro los cuarenta y ocho años siguientes estudiándolo. Además, impidió que nadie más lo investigase. El resto de paleontólogos tuvieron que conformarse con dos esquemáticos artículos provisionales, en los que Jarvik indicaba que la criatura tenía 5 dedos en cada una de sus cuatro extremidades, lo que confirmaba que era un ancestro.


Murió en 1998. Y dejo el camino libre para que otros científicos examinasen el espécimen, descubriendo que Jarvik había cometido un grave error al contar los dedos: en realidad había ocho en cada extremidad. Además no se había dado cuenta de que el pez no podía caminar, ya que por la estructura de la aleta, se habría caído por su propio peso. Este error de Jarvik freno enormemente la investigación.

En la actualidad se conocen tres tetrápodos primitivos y ninguno tiene cinco dedos.

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