LA VIDA, COMO VENIMOS DICIENDO, ES MUY EXTRAÑA. PARTE 1: QUE BELLO ES VIVIR


ByOskarele

Desde nuestro punto de vista humano, o por lo menos desde el mío, la vida es muy extraña. Y siempre lo ha sido. Desde un principio parecía estar deseando ponerse en marcha, pero luego, una vez que arrancó, pareció tener poca bulla por seguir para adelante. Además, la gran parte de los seres vivos solo hacen eso, vivir. Me explico:

¿Sabéis lo que son los líquenes?

Son, pa empezar, uno de los organismos visibles más resistentes de la Tierra, pero también uno de los menos ambiciosos. Son capaces de sobrevivir en medios donde casi ningún otro organismo puede, por lo que son capaces de colonizar los más diversos ecosistemas. En la Antártida, donde apenas crece otra cosa, puedes encontrar vastas extensiones de líquenes, tranquilamente viviendo pegados a las rocas azotadas por el viento helado.

Además, como hemos dicho, los líquenes viven pegados a la roca pelada, sin disponer de un alimento visible. Hoy sabemos que constituyen un extraño matrimonio simbiótico entre un hongo llamado micobionte y un alga llamada ficobionte. El señor hongo excreta ácidos que disuelven la superficie de la roca, liberando los minerales que necesitan las algas para convertirlos en alimento suficiente para el mantenimiento de ambos. Además la protección frente a la desecación y la radiación solar que aporta el hongo y la capacidad de fotosíntesis del alga confieren al simbionte unas características únicas dentro de los seres vivos.

Este matrimonio ha tenido un éxito enorme, hasta el punto de que hoy en día existen más de 20.000 especies de líquenes. Pero son de crecimiento lento: pueden tardar medio siglo en ser como una uña de tus dedos. Los que podemos ver en algunas fotos, que tienen el tamaño de tu cabeza, puede que tengan cientos o incluso miles de años. Pero, sería difícil imaginar una existencia menos plena, o más aburrida. Simplemente “son”, “viven”.

Los humanos estamos empeñados en pensar que la vida, por lo menos la nuestra, tiene un objeto, un motivo, un porqué. Tenemos deseos, esperanzas, proyectos, ideas. Nos empeñamos en vivir como sea. Amamos la vida (bueno unos más que otros).

Pero ¿Qué es la vida para un pequeño liquen adosado a una roca a 40 grados bajo cero en la Antártida? Es simplemente eso, vivir: su impulso por sobrevivir, por ser, por permanecer es igual de fuerte que el tuyo o el mío.

Yo diría que incluso su instinto de supervivencia es más fuerte que el nuestro. No sé lo que haría si me dijesen que mi vida va a consistir en ser una especie de pelusa pegada a una roca que come minerales y no se mueve. Seguramente diría que prefieren no vivir. Pero ellos, nuestros amigos los líquenes, aguantaran cualquier condición, cualquier ataque, cualquier problema, simplemente por seguir viviendo, hasta el final, todo lo que puedan.

La vida, resumiendo, solo quiere ser. 

Ni siquiera quiere ser complicada. La vida no quiere complicarse la vida. Ni tiene prisa. Ha tenido tiempo de sobra de proponerse ambiciones y proyectos.

Exactamente 4.500 millones de años.

Imagínate que esto lo reducimos a un solo día: la vida empezaría tempranico, de madrugada, a las cuatro de la mañana o así, con la aparición de las primeras células. En las siguientes 16 horas no cambiaria prácticamente nada. A eso de la ocho de la tarde, a la fresca, surgen los primeros microbios, y, algo más tarde, las primeras plantas marinas.

A eso de las nueve, ya anocheciendo, surgen las primeras medusas y la fauna ediacariana de la que hablábamos en el artículo anterior. A las 21:04 comienzan a nadar nuestros amigos los trilobites y  un par de minutos después sus cientos de amigos cámbricos. A las 22:00, hora de cenar, las plantas echan raíces en la tierra seca, y un rato después surgen las primeras criaturas terrestres.

Las plantas comienzan a crecer incontroladamente, y a eso de las 22:24 la tierra está repleta de los bosques carboníferos que nos legaran el carbón y el petróleo. A y media aparecerán los insectos voladores. A las 23:00, ya tardecico, los dinosaurios dominan la Tierra durante tres cuartos de hora. A las doce menos veintiuno desaparecen súbitamente para dar paso a los nuestros, los mamíferos.

Nosotros, los humanos, no surgimos hasta las 23:58 y 43 segundos. La historia, desde que es historia registrada, narraría unos cuantos segundos... una minucia, si nos paramos a pensarlo.

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