LA VISION PARAOPTICA. Dedos que miran 2/2


BY MOSER

Menos dudas despierta el caso de la señora Stanley en EEUU bajo la supervisión del Dr.Youtz, catedrático de psicología del Bernard Collage de Nueva York. En ellos y con un índice de error inferior al 1 por 10.000, esta señora podía distinguir colores con solo tocarlos. Para el profesor Youtz, en torno al diez por ciento de nosotros, somos capaces de distinguir el negro del blanco.

Pero son muchos los casos similares. Con frecuencia los “sensibles” al tacto manifiestan ciertas sensaciones descriptibles al contacto dependiendo del color; así el negro resulta denso o el azul se percibe como una sensación de frescura (recuerdo una escena, si me permiten, de la película Mascara de 1985: el monstruo de cabeza deforme intenta explicarle los colores a su novia ciega por medio de expresiones y razonamientos parecidos; dándole a apretar un puñado de arena seca para enseñarle el marrón o restregandole la mano por la hierba para que sintiera el verde).

Esto último recuerda mucho a un fenómeno, poco estudiado pero reconocido, como es la sinestesia; ante la estimulación de un sentido se refieren sensaciones (reales) cruzadas con otros sentidos; ver colores cuando se escucha música o percibir sabores por medio del tacto, son solo algunos ejemplos.

Fenómeno identificado con frecuencia al ámbito artístico; Kandinsky, Baduelere o Nabocov la padecieron-disfrutaron en diferente grado.
Más común de lo que hasta hace poco se creía; no solo es condición innata sino que es susceptible de ser provocada en cualquiera; cosa que ocurre con frecuencia bajo los efectos del LSD.
La sinestesia, como el LSD, como la vida y obra de estos notorios del arte se reservan capítulo a parte.

En definitiva, de vuelta sobre las percepciones paraópticas, son numerosos los estudios e infinidad los reportados como el de la señora Stanley relegados prácticamente a la categoría de expedientes X.

Otros casos; mis preferidos; son aun más sorprendentes; en estos, la visión paraoptica no se dará por medio de las yemas de los dedos sino con otra parte del cuerpo.

Celebre y clásico (finales del SXIX) es el caso de una joven, también de 14 años, ciega tras un ataque de epilepsia. Fue estudiado por el conocido médico y criminalista italiano Cesare Lombrosso; según Lombrosso la chica podía leer acercándole el texto a los lóbulos de sus orejas o a la punta de su nariz; comentaba, además, se desenvolvía con facilidad en espacios desconocidos.

Y en China, ya a finales de los 70, en la provincia de Sechuán, en un lugar misterioso y casi sagrado donde se yergue la montaña de Amme Machin, se informaba sobre una jovencita que podía leer por medio de sus orejas. Y se dio a conocer el caso de dos hermanitas vecinas de Beijing, Wang Bing y Wang Ginag, de 11 y 13 años, respectivamente, que podían leer un texto colocándolo bajo la axila.

Sin duda es este, la paraoptica como la parapsicología, lugar para que se den la mano folclore, astucia y ciencia; de todas habrá y a saber, en que proporción y cuál más excepcional; se extraen, al menos, algunas constantes; son personas, con frecuencia, que han sufrido episodios de crisis neurológica tipo epilepsia y son, en su mayoría, mujeres las que parecen ser más sensibles a desarrollar este tipo de capacidades.

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