LA PRIMERA REPÚBLICA Y LOS GRANDES ORIENTES ESPAÑOLES


La república nace sin apoyo social ni político. Los partidos republicanos apenas tienen seguidores ni simpatizantes. Las clases populares empiezan a decantarse por los movimientos obreros. Los poderes fácticos (Iglesia, ejército, banqueros, grandes empresarios) eran contrarios a la República y a sus ideas sociales avanzadas.

El primer presidente fue Estanislao Figueras (masón reconocido) y tras la victoria republicana en la elecciones, la mayoría federalista entregó el poder a Francisco Pi y Margall (también masón), principal teórico del federalismo republicano, cuyos principios se reflejaron en el proyecto de Constitución federal de 1873. Establecía la separación entre Iglesia y Estado y un modelo de España a partir de una federación de 15 (ó 17 con Cuba y Puerto Rico) Estados federales.

España vivía en una situación de permanente conflictividad social y política. Las tensiones sociales estallaron en forma de huelgas obreras y ocupación de tierras por los campesinos y el fenómeno del cantonalismo. Además, dos conflictos militares dificultaban la convivencia pacífica: la insurrección de Cuba desde 1868 y la tercera guerra carlista desde 1872.

Por otro lado, la hermandad no para desarrollarse y crecer, destacando especialmente la actuación de los diferentes “Grandes Orientes”. El GODE (Gran Oriente de España) proclamo en 1870 Gran Maestre a Manuel Ruiz Zorrilla, presidente del gobierno español, en sustitución del anteriormente citado Carlos Celestino Magnan y Clark. Pero la abdicación de Amadeo I y la instauración de la Primera República, el 11 de febrero de 1873, provocaron no solo el exilio de Zorrilla, Gran Maestre del GODE, sino que influyo decisivamente en la acentuación de la división y la discordia: ese mismo año Juan Antonio Perez, protagonizo una escisión al crear su propio Gran Oriente.

En 1874 Juan Utor, Gran Maestre del Grande Oriente Ibero se fusiono con el de España, iniciándose una fase de prosperidad que culmino en 1876 al ser proclamado Gran Maestre del GODE Praxedes Mateo Sagasta, jefe del partido liberal y presidente del gobierno. Esto provoco que de nuevo las logias comenzasen a crecer, y el número de masones se multiplicase. En 1881, Sagasta fue sustituido en el cargo por Antonio Romero, ministro de Gracia y Justicia, aunque poco después, en 1884, fue sustituido por Manuel Becerra. Pero tras su dimisión en 1886 el GODE entre en crisis, y tras diversas escisiones, desaparece en 1889.

Por otro lado, su rival, El Grande Oriente Nacional De España (GONE), fundado en Lisboa en 1838, pero que se desarrolla también en este periodo, destacando Ramón Mi Calatrava, Gran Maestre hasta 1876. Pero entro en un proceso similar de decadencia al sufrido por el GODE, desapareciendo igualmente a finales de siglo.

Mientras, la república anda con numerosas dificultades para sobrevivir: La caída de Pi y Margall, sustituido por Nicolas Salmerón (también masón y además mi paisano) en la Presidencia de la república, dio un giro conservador al régimen. Numerosas poblaciones se declararon república o cantón independiente en Valencia, Murcia y Andalucía (destacan Alcoy y Cartagena). Muchos declararon la guerra al Estado central, y en ocasiones, entre sí (Granada contra Jaén). Estas insurrecciones aglutinaron artesanos, tenderos y asalariados dirigidos por republicanos intransigentes. Fueron sofocadas con dureza por el gobierno central.

Salmerón dimitió cuando se negó a firmar dos condenas a muerte dictadas para reos culpables de la insurrección cantonal. Las Cortes eligieron en su lugar a Castelar, también masón, como Salmerón (que por cierto era Almeriense) y le otorgaron poderes extraordinarios con el fin de intentar solucionar las graves crisis políticas y militares que sacudían España. Suspendió las garantías constitucionales y gobernó por decreto.

Los poderes extraordinarios de Castelar concluían en enero de 1874. La mayoría parlamentaria, dirigida por Pi y Margall, estaba dispuesta a sustituir a Castelar y retornar a los principios federales. Sin embargo, la burguesía industrial y financiera confiaron al ejército la imposición de un régimen de orden. El 3 de enero, el general Manuel Pavía, capitán general de Madrid, dio un golpe de Estado. El gobierno y la presidencia de la República quedaron en manos del general Serrano.

En esta coyuntura, Cánovas del Castillo prepara la restauración borbónica. Consigue la abdicación de Isabel II en su hijo, Alfonso, y da a conocer el llamado Manifiesto de Sandhurst, en el que Alfonso promete un régimen constitucional para España. Los acontecimientos se precipitan.

El 29 de diciembre de 1874, un pronunciamiento militar del general Martínez Campos en Sagunto proclama rey de España a Alfonso XII el 29 de diciembre de 1874, lo que supone el nacimiento de la Restauración borbónica.

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