EL UNIVERSO DE EINSTEIN, PARTE 5. TODO ES RELATIVO. ALBERT EINSTEIN, PARTE 3


Pero de todos los conceptos de la Teoría General de la Relatividad, el que es más desconcertante y choca mas con la intuición es la idea de que el tiempo es parte del espacio. El instinto nos lleva a considerar el tiempo como algo eterno, absoluto, inmutable, a creer que nada puede perturbar su tictac firme y constante. Pero en realidad el tiempo es variable y cambia constantemente. Hasta tiene forma. Está vinculado inseparablemente con las tres dimensiones del espacio, en una curiosa cuarta dimensión conocida como espaciotiempo.

Imagínate algo plano pero flexible (por ejemplo un colchón o una placa de goma estirada) sobre la que descansa un objeto redondo y pesado, como por ejemplo, una pelota de futbol de hierro. El peso de la pelota hace que el material sobre el que está apoyada se estire y se hunda levemente. Esto es más o menos análogo al efecto que un objeto de grandes dimensiones como el Sol (la pelota de futbol) produce en el espaciotiempo (el material flexible): lo hace estirarse, curvarse y combarse.

Pero ¿Qué pasa si echamos a rodar una bola más pequeña y menos pesada por la placa de goma? Pues que intentara desplazarse en línea recta, tal como exigen las leyes newtonianas del movimiento, pero, al acercarse al objeto de gran tamaño y al desnivel de la placa curvada, rodara hacia abajo, atraída ineludiblemente hacia el objeto. Eso es la gravedad, un producto de la curvatura del espaciotiempo.

Así pues, todo objeto que tiene masa, por ejemplo, un grano de arroz, crea una pequeña depresión en el tejido del cosmos. El universo es el colchón básico que se curva. La gravedad, desde este punto de vista, es más un resultado que una cosa, no es una fuera, sino el producto del pandeo del espaciotiempo. Lo que mueve a los planetas y a las estrellas es la deformación.

La teoría que este visionario imagino desde su silla en la oficina de patentes, era, queda claro, una idea terriblemente grande para su época. Entre otras cosas indicaba que el universo debía de estar expandiéndose o contrayéndose. Pero Einstein no era un cosmólogo, y acepto la concepción predominante de que el universo era fijo y eterno. Más o menos reflexivamente introdujo en sus ecuaciones un concepto llamado “constante cosmológica” que contrarrestaba los efectos de la gravedad, sirviendo como una especie de tecla de pausa matemática.

Los libros de historia de la ciencia siempre le perdonan a Einstein este fallo, pero fue en verdad algo bastante atroz, desde el punto de vista científico, y él lo sabía. Lo califico como “La mayor metedura de pata de mi vida”.

Da la casualidad de que mientras Einstein introducía esa constante errónea, en Arizona, USA, un señor con el alegre nombre intergaláctico de VESTO SLIPHER estaba efectuando lecturas espectrografías de estrellas lejanas y descubriendo que parecían estar alejándose de nosotros. El universo no era estático. Las estrellas lejanas mostraban indicios del efecto Doppler (el mismo mecanismo que produce el yiummmmm que hacen los coches de carrera cuando pasan a gran velocidad).

Este fenómeno aplicado a la luz se conoce como cambio al rojo (porque la luz que se aleja de nosotros cambia hacia el extremo rojo del espectro, mientras que la luz que se acerca cambia hacia el azul).

Desgraciadamente nadie le hizo ni puto caso al pobre Slipher, que no tenía conocimiento de la teoría de la Relatividad de Einstein, y el mundo no la tenía tampoco de Slipher. Así que su descubrimiento tuvo poca repercusión

La gloria pasaría a una gran masa de ego llamada EDWIN HUBBLE.

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