EL UNIVERSO DE EINSTEIN, PARTE 3.TODO ES RELATIVO. ALBERT EINSTEIN, PARTE 1



Este burócrata se llamaba Albert Einstein, y en aquel crucial año de 1905, envió a “Annales der physik” cinco artículos, de los cuales tres figurarían entre los mas importantes de la historia de la ciencia. Uno de ellos analizaba el efecto fotoeléctrico a través de la nueva teoría cuántica de Planck, otro el comportamiento de pequeñas partículas en suspensión y el otro esbozaba la Teoria especial de la Relatividad.

El primero proporcionaría al autor un premio nobel y explicaba la naturaleza de la luz (y ayudaría a hacer posible la televisión, entre otras cosas), el segundo proporcionaba pruebas de que los átomos existían realmente (hecho que había creado cierta polémica, sorprendentemente). El tercero, sencillamente, cambio el mundo.

Einstein nació en Ulm, Alemania meridional, en 1879, aunque se criaría en Munich. Hubo poco en la primera parte de su vida que anunciase su grandeza posterior. Es sabido que no aprendió a hablar hasta los tres años. En la década de 1890 quebró el negocio de electricidad de su padre y emigraron a Milan, aunque Albert, adolescente, fue a Suiza a continuar sus estudios… aunque suspendió los exámenes de acceso en un primer intento.

En 1896 renuncia a la nacionalidad alemana para librarse del servicio militar e ingresó en el Instituto Politecnico de Zurich para hacer un curso de cuatro años destinado a formar profesores de ciencias de secundaria. Era un estudiante inteligente, aunque no excepcional. Se graduaría en 1900, y al cabo de pocos meses, comenzó a enviar artículos a la revista antes mencionada. El primero sobre la física de fluidos de las pajitas que se emplean para beber apareció en el mismo número que el de la teoría cuántica de Planck.

Albert se enamoraría de una compañera de estudios, una húngara llamada Mileva Maric. En 1901 tuvieron una hija sin estar casados aun y la entregaron discretamente en adopción. Einstein nunca llegaría a verla. Dos años después se casaron. Entre un acontecimiento y otro, Albert comenzó a trabajar en la oficina de patentes de Suiza, en la que trabajaría los siguientes siete años. Le gustaba aquel trabajo: era lo bastante exigente como para ocupar su pensamiento, pero no tanto como para distraerle de la física. Ese fue el telón de fondo sobre el que elaboraría en 1905 su Teoría Especial de la Relatividad.

Sobre la electrodinámica de los cuerpos en movimiento” es uno de los artículos científicos mas extraordinarios que se han publicado, tanto por la exposición como por lo que dice. No tiene notas al pie ni citas, casi no contenía formulaciones matemáticas, no mencionaba ninguna obra que lo hubiese precedido o influido y solo reconocía la ayuda de un individuo, su colega de la oficina de patentes, Michele Besso. Era como si hubiese llegado a aquellas conclusiones por pensamiento puro, sin ayuda, sin opiniones de otros, el solico.

La famosa ecuación E=mc2, no apareció en el articulo sino en un breve suplemento que le siguió unos meses después. Como recordaras de tu época de estudiante, en la ecuación E representa la energía, m la masa y c2 el cuadrado de la velocidad de la luz.

Lo que viene a decir la ecuación, en términos generales y sencillos, es que la masa y energía tienen una equivalencia. Son dos formas de la misma cosa: energía es materia liberada; materia es energía esperando suceder. Puesto que c2 es un numero enorme, lo que dice la ecuación es que hay una inmensa cantidad de energía encerrada en cualquier objeto material. El problema es extraer esta energía.

La teoría explicaba, entre otras cosas, como un cacho de Uranio podía emitir corrientes constantes de energía de elevado nivel sin derretirse como un cubito de hielo (convirtiendo masa en energía con una eficacia enorme). Explicaba como las estrellas podían arder miles de millones de años sin agotar su combustible. Y sobre todo, mostraba que la velocidad de la luz era constante y suprema y destruía de una vez por todas el concepto de éter lumifero.

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